El autismo, o trastorno del espectro autista (TEA), es un trastorno de origen neurobiológico que afecta al sistema nervioso, lo cual repercute significativamente en el desarrollo general de las personas. Afecta  en la forma en que las personas se comunican e interactúan con los demás, así como también en su comportamiento y aprendizaje.

El autismo es una afección que dura toda la vida y los síntomas y signos pueden aparecer por primera vez cuando el niño es muy pequeño. El autismo no se puede curar, pero las terapias y tratamientos del autismo pueden ayudar a una persona con TEA a mejorar sus síntomas y su calidad de vida.

Si bien las causas del autismo no están claras, una gran cantidad de investigaciones científicas muestra que no existe absolutamente ningún vínculo entre el autismo y las vacunas.

El autismo es un trastorno dentro espectro, lo que significa que las personas pueden experimentar una amplia gama de síntomas de diversa gravedad. Por ejemplo, una persona con autismo que se encuentra en el rango de alto funcionamiento del espectro, tendrá una buena comprensión del lenguaje, pero una persona en el rango de bajo funcionamiento del espectro, puede que no hable.

Hay muchos signos y síntomas que podrían indicar que una persona tiene TEA. No todos los adultos o niños con autismo tendrán todos los síntomas, es más, hay algunos adultos y niños sin autismo que  pueden llegar a mostrar rasgos autistas, realizando algunos de los mismos comportamientos y con los mismos síntomas, niños que parecen autistas pero no lo son.

Las personas con TEA a menudo tienen dificultades para comunicarse y para conectarse emocional y socialmente con los demás. También pueden procesar información sensorial, como sonidos y olores, de manera diferente a otras personas. Estas diferencias pueden ser la base de algunos de los signos conductuales del autismo que pueden mostrar.

Cuando se buscan signos tempranos del TEA, hay hitos del desarrollo que se espera que los niños alcancen a ciertas edades, como balbucear a los cuatro meses y poder usar oraciones simples a los dos años. Si un niño alcanza estos hitos más tarde o no llega a desarrolla las habilidades, se puede ver como un trastorno generalizado del desarrollo y por tanto un posible TEA.

El autismo se puede diagnosticar a los dos años, aunque los síntomas pueden ser evidentes mucho antes.

Es importante tener en cuenta que una persona con TEA no tendrá todos los síntomas y los síntomas variarán según su gravedad.